La
importancia de los grados de indeterminación en la novela de Clemencia
…el lector se encuentra
ante la situación
de tener que conseguir
un sentido y una verdad,
sirviéndose para ello del único medio que
le une con el texto y que es la
indeterminación.
(Luis A. Acosta Gómez)
Ignacio Manuel Altamirano fue un
escritor mexicano y uno de los más grandes defensores del liberalismo en México
del siglo XIX, el cual combatió contra la invasión francesa y escribió en pro
de la memoria nacional. En esencia, Altamirano permea en Clemencia los temas del amor, la rebelión liberal y las opiniones
de una sociedad en desarrollo en busca de su propia identidad.
A lo
largo del texto se pueden observar las estrategias que nuestro autor utiliza
para guiar al lector, la táctica de usar al narrador como personaje de la
historia le permite dar las pautas necesarias para poder ir entendiendo el
texto, es por eso que utilizaré el principio de La estructura apelativa de los textos de Wolfgang Iser para ubicar
los momentos de vacíos, cortes, contrastes y comentarios en la obra y
esclarecer a través de éstos los puntos de vista del autor para que un lector
pueda entender mejor su obra.
Opino que
Clemencia es una excelente novela que
desarrolla muy bien los grados de indeterminación, la indeterminación nos
permite crear nuevas ideas y formular las preguntas necesarias para que, a través de las acciones de los
personajes que suceden a lo largo de toda la obra, logremos crear una conexión
entre autor-lector y así no hacer interpretaciones incorrectas durante nuestro
proceso de lectura.
Por otro
lado, Iser propone que todo texto debe ser estimulante y renacer cada vez que
es leído, pero ¿por qué ha de renacer? Se debe gracias al contenido y a la
elaboración del texto que no sólo permite el resurgir de los acontecimientos en
la historia sino también la actualización de todos ellos. Las interpretaciones
que el lector le quiera dar al texto siempre están motivadas hacia la búsqueda
de un significado en particular que le sirve como guía para un mayor
entendimiento.
Con el
texto de Altamirano busco demostrar la importancia de los grados de
indeterminación mencionados por Wolfgang Iser que forman parte esencial de
cualquier obra para esclarecer en el lector tanto las reacciones del autor como
las que produce el texto mismo al momento de ser leído; de causar diferentes
reacciones ante las distintas representaciones que le puede dar la sociedad
lectora.
Para
poder crear un vínculo entre el escritor y el lector es necesario esbozar
primeramente la particularidad y esencia del texto para poder causar un efecto
en este mismo y posteriormente lograr el crecimiento del texto con la
aclaración del contenido. En Clemencia la
relación de todos estos elementos logran, en el lector, buenas y variadas
interpretaciones que Altamirano nos facilita para crear tensión y la
posibilidad de imaginarnos finales distintos.
¿Pero
cómo ha de lograr, Altamirano, dichas reacciones que al mismo tiempo esclarecen
y confunden al lector? Es claro que su intención –conforme va avanzando la
novela– es la de mantener la tensión con ciertos vacíos de información que el
mismo autor va a ir desenlazando, pero nunca antes de que su lector lo haya
hecho primero. Por lo tanto, el propósito será el de conocer cómo se va
transformando un texto dependiendo de las representaciones y reacciones que se
producen a partir de los objetos del mundo real.
Como
menciona Iser, el texto literario, en este caso Clemencia, no puede poseer nada totalmente idéntico a nuestra
experiencia, pues aunque nosotros nos sintamos identificados con alguno de los
personajes de esta obra sería imposible saber lo que se vivía en ese momento
histórico (el de las rebeliones liberales) y por ende no sería coherente el
sentirnos parte de elementos que sólo fueron producto de algo meramente creado
por el autor; hay cierta realidad, pero en las historias no hay un porcentaje
total de ésta.
Es de
suma importancia mencionar el origen del pensamiento de Iser, pues éste deriva
de lo que significa la teoría de la recepción, en donde ésta da el
conocimiento, la incorporación y apropiación del texto literario para una
asimilación más profunda, le interesa el efecto que pueda producir un texto en
su lector en donde existirá un horizonte de perspectiva que serán aquellas
visiones previas que condicionarán un conocimiento hacia el texto, por lo tanto
no puede abarcarlo todo.
Así, un
texto literario debe garantizar la atención de su receptor y provocar
reacciones dentro del mismo. Es por eso que una estructura apelativa en los
textos provocará dos tipos de preguntas, en donde se realizarán la preguntas
hechas por el texto, para ir resolviendo la trama, y las que a uno, como
lector, le irán surgiendo sus propias a partir de un horizonte de perspectiva
necesario para desarrollar los conocimientos inconclusos, ya sea del texto o de
uno mismo.
La obra
literaria no es como tal la liberación del autor pues en el momento en el que
existe alguien que pueda leer la obra se podrá modificar invariablemente la intención del texto, ya que al ser leído
en diferentes épocas los comportamientos de recepción serán igualmente distintos
sin perder su significación principal
La teoría de la recepción… tiene la cualidad de
poner en contacto a dos elementos no relacionados previamente entre sí; por un
lado, el factor emisor de quien parten los signos dotados de contenido
significativo y, de otro, el factor receptor que los recibe, comprende y, dado
el caso, interpreta[1].
Hablando
ya más plenamente de los grados de indeterminación que son todas aquellas
preguntas que surgen durante y al finalizar el texto; exigiendo la actividad
del lector de completar la información y con esto diferenciar los objetos
literarios de los objetos reales para no caer en interpretaciones abigarradas son
esenciales para crear una conexión entre el autor y el escritor, situación que
Altamirano refleja perfectamente en la novela de Clemencia.
Daré
inicio con los vacíos que son aquellos que tienen que ser llenados por el
lector con el fin de producir una experiencia armónica visual. Es importante
que a todo vacío le demos un sentido constitutivo con el fin de recrear la obra
en donde “…la determinación de las perspectivas chocan una con otra”[2],
por ejemplo:
Una noche de diciembre, mientras que el viento
penetrante del invierno, acompañado de una lluvia menuda y glacial, ahuyentaba
de las calles a los paseantes, varios amigos del doctor L… tomábamos el té
cómodamente abrigados en una pieza confortable de su linda aunque modesta mesa.[3]
Desde
el principio de la novela Altamirano nos deja un vacío, el nombre del doctor
nos es desconocido lo que nos obliga a crearnos uno, así empieza un proceso de
lectura en donde el lector activo hace su parte para interpretar y completar,
como si se apropiara del texto, lo que el autor muestra. Esto quiere decir que
en la obra literaria se producirán dichos vacíos para obligarnos como lectores
a poner atención a los datos faltantes.
Toda
representación que creamos a partir del texto deja de ser ficticia en el
momento en el que la leemos y la volvemos una realidad, sólo así es capaz de construirse
–dentro de la novela– un mundo vital,
por ejemplo, en las acciones de los personajes podemos llegar a sentirnos
identificados por el hecho de seleccionar acontecimientos, a partir de nuestra
experiencia, que nos hacen imaginarnos si haríamos o no lo que los
protagonistas deciden con respecto a la representación de un contexto social
que crea Altamirano.
En
el siguiente caso el narrador nos da la pauta de lo que vive Clemencia, por ser
él quien se dirija a nosotros, pero dentro de su pauta plantea a la vez una
duda; elemento esencial en los grados de indeterminación que ofrecen como tal
preguntas y orientaciones al lector, y dice:
El baile se concluyó pronto, Clemencia no estaba
contenta ya. ¿Temía por Enrique? ¿Temía por Fernando? ¡Quién sabe! Lo probable
es que temía por cualquiera de los dos, pues bien sabía que ella era la causa
de lo que iba a suceder.[4]
El
narrador hace preguntas sobre lo que pensaba Clemencia acerca de los hombres
con los que se había relacionado, pero a la vez nos hace la pregunta a nosotros
con ese efecto de vacío y con el propósito de que como lectores completemos la
acción que tal vez tenga o no desenlace
posteriormente. El autor ya tomó en cuenta todas las perspectivas posibles que
el lector también se va a crear al leer el texto, que debe comprometerse con el
hilar de ideas imaginarias.
Dicha
situación nos obliga a escoger entre lo que nos ofrece nuestra experiencia o lo
que nos ofrece el texto para resolver el vacío. Un vacío no significa como tal
un acontecimiento nulo o negativo, al contrario, funciona como un motor para la
contribución del lector, pero a la vez no se debe ni se trata de llenar un
vacío con lo que sea sino que se le debe
asignar un significado determinado y complementario.
Otro
grado de indeterminación son los cortes que son conocidos como las
interrupciones que pueden manteneros atentos y en tensión dentro de cada una de
las líneas de acción. Puede suceder que un corte nos deje de proporcionar una
información posterior, por su forma tan tajante, para pasar a otra línea de
acción sin concluir el primer acontecimiento, pero dicha información
inicial puede aparecer más adelante con
un desenlace o con otra interrogativa para seguir manteniendo la tensión.
Un
corte muy importante para la construcción de la trama de la novela es cuando
unos oficiales advierten, en la una actitud de Fernando Valle, un semblante
extraño:
–Evidentemente, este muchacho escondía un proyecto
siniestro, estaba inspirado por una ambición colosal, andaba su camino, y quién
sabe… él quería subir y aparentaba servir a la República como un medio de
llegar a su objeto. No era, pues, un patriota, sino un ambicioso, un malvado
encubierto[5]
Es
esencial para la trama dicho corte, pues el escritor quiere que atendamos las
líneas de acción que, conforme vamos leyendo, vamos descubriendo la realidad de
una actitud que no poseía Fernando Valle sino Enrique Flores. Aquí es cuando
nos colocamos en el mismo lugar de los oficiales y caemos en el error, pero es
gracias al desenlace de la trama que los personajes de la obra y nosotros
mismos nos damos cuenta de la verdad; sí había un traidor y desde el principio
de la novela Altamirano nos lo plantea.
Aunque
aquí se pudo resolver el corte no en todos los casos sucede lo mismo ni se
consigue completar la significación porque a veces la novela posee, como dice
Iser, un final forzado por el simple hecho de que deben tener un final y así
No se resuelve una de las cuestiones más complicadas
de un acto de concretización; a saber, en primer lugar, si la forma como el
lector realiza los actos de determinación es la pertinente y, en segundo lugar,
si los resultados conseguidos son los adecuados… el lector se encuentra ante la
situación de tener que conseguir un sentido
y una verdad, sirviéndose para
ello del único medio que le une con el texto y que es la indeterminación[6].
Esto
no quiere decir que un corte sea un elemento negativo sino que gracias a este
se pueden crear varios sentidos en la obra gracias a los elementos de
indeterminación. Tanto las reflexiones como las preguntas nos aportan
peculiaridades del texto que no son notadas a simple vista, pero es importante
recalcar que el texto literario no crea realidades o algún sentido en
específico sino que el lector asigna las verdades y los sentidos pertinentes.
Posteriormente
el siguiente corte permitirá que más adelante se resuelva la mala reputación
que tenía Fernando Valle y que también salga a la luz la más grande desgracia
amorosa en el clímax de esta novela y que lleva a Clemencia al arrepentimiento,
pues cuando están hablando Clemencia e Isabel esta última le dice:
–De suerte que mi pobre primo tendría que hacerse
coger primero por los franceses y conducir a Guadalajara y fusilar en la plaza
para que tú le amases después.
–Puede ser que no lo lograra simplemente con eso,
Isabel. Yo te digo que no sé lo que quiero precisamente; pero quiero la
desgracia, y la desgracia emana de un grande rasgo del corazón[7].
Si
nos damos cuenta al terminar la novela se sabe que Fernando Valle sí es
fusilado como lo mencionó Isabel de broma, ¿pero en realidad Altamirano quiso
causar este efecto de broma o es que nos da las pautas del final desde antes sin
que nos demos cuenta? Efectivamente, Altamirano, nos repleta de pausas durante
toda la novela, pausas que se van desenlazando casi hasta el final para que
provoque en nuestra lectura reacciones extraordinarias.
Y
sí, cuando Clemencia tiene que sufrir la pérdida de Fernando Valle y la
realidad de Enrique Flores ya está implícito, gracias a los grados de
indeterminación, que Clemencia se arrepiente profundamente y hasta podemos
sentir su agonía ante dicha situación, cuando se esclarece este momento es como
si descansáramos ante la idea de que los personajes descubre la verdad que el
narrador le hace saber a los lectores previamente, porque ya casi al final de
la novela los personajes conocen la verdad y Clemencia dice:
¡De modo que ese infeliz Fernando no era un
calumniador, de modo que le hemos ultrajado injustamente, de modo que habrá
tenido un infierno en el corazón, y que va a morir asesinado por nuestra
crueldad…![8]
Aquí
el corte se ve concluido pues el comentario que hace antes Isabel –acerca del
fusilamiento y que parecía no tener sentido– interrumpe la línea de acción que
había antes, pero después cobra sentido y en realidad ese comentario es el
principio del desenlace de este último corte que nos esclarece todo pues el
autor ya sabía lo que sucedería, sin embargo el corte sigue vigente pues hay
información que nos sigue sin ser proporcionada y es el destino de Enrique al
huir de Guadalajara.
Después,
con la ayuda de los comentarios que son juicos emitidos dentro de la novela
para guiarnos a lo largo de ésta; nos permiten indicarnos una perspectiva y así
unificar el texto donde el mismo autor nos dice cómo entender el relato. Los
comentarios permiten reconocer puntos de vista diferentes a los del autor,
gracias a éstos nosotros no sólo leemos una historia sino que logramos un
contacto con el autor y nos provoca reacciones que aturdan o inciten a la
contradicción.
El
autor se expresa de la siguiente forma con el fin de dejar explicitas las
situaciones que está narrando y menciona que
Me he detenido en la descripción del carácter del
primero de mis personajes, porque tengo en ello mi idea: deseo que ustedes le
conozcan perfectamente y comprendan de antemano la razón de varios sucesos que
tengo que narrar[9].
En
este caso el comentario fue hacia la concretización de las características de
los personajes para que nosotros nos podamos formar una idea estética de lo
descrito, pero también existen comentarios que aluden a la realidad que está
viviendo el autor dentro de su entorno en donde puede conseguir una crítica de
este mismo para que el lector la evalúe con sus propias experiencias y/o
conocimientos intelectuales, por ejemplo, cuando Altamirano dice:
Y a pesar de la bravura de las tropas republicanas,
el enemigo triunfó y rechazó a los asaltantes. La estrella de la patria se
eclipsaba por entonces, y había llegado los tiempos de la adversidad . Este ataque a Morelia ocurrió a fines de
noviembre de 1863[10].
El
autor expresa con esto su opinión acerca de lo que está viviendo como parte de
un escritor de su época, al igual que muestra sus inconformidades ante una
patria que se eclipsa en la esclavitud, también, como buen escritor, nos
proporciona el lugar y la fecha de los ataques a los que se está refiriendo, es
conocedor y quiere a la vez que su lector se informe y que se construya un
criterio propio, Altamirano sí nos ofrece una historia de amor, pero también
nos introduce a los acontecimientos de su época de manera muy puntual.
Por último, se sitúan los contrastes, que
en esta novela aparecen mucho pues los personajes sufren muchos cambios de
fortuna a consecuencia del amor y desamor. Un contraste es aquel que se da en
el personaje, como los cambios de fortuna, o en el contexto de una acción, cambiando
así los puntos de vista del lector para conducir sus reacciones hacia el fin
que busca el autor y éste como tal
…ve al héroe constantemente ante el fondo de una
realidad infame, pero así es el mundo también desde la perspectiva del héroe.
Tales contraposiciones producen operaciones de nivelación y ya que éstas no
están expresadas en el texto mismo, la constitución del sentido se convierte en
un acto de lectura[11].
Los
grados de indeterminación permiten la creatividad y la imaginación de los
cuadros de acción de los personajes, y en este caso de su comportamiento y de
lo que les sucede –bueno o malo– a lo largo de todo el proceso creativo de la
lectura. Los contrastes logran crear reacciones en el lector sobre lo que le
rodea en el texto, ya que las ideas surgen de repente
…en el acto de lectura reaccionamos sobre algo que
hemos producido nosotros mismos; y es precisamente el modo de reaccionar lo que
hace patente por qué tenemos la posibilidad de tener la experiencia del texto
igual que si se tratase de un acontecimiento real[12].
Altamirano,
a lo largo de Clemencia, construye
muchos cambios de fortuna en los personajes, a Enrique lo presenta como un
hombre varonil, elegante, respetuoso y con un gran porvenir y resulta que es un
cobarde y traidor de su patria, en el
caso de Isabel la muestra como una mujer hermosa, rubia, inteligente, capaz que
sólo termina cayendo ante el hechizo de un hombre como Enrique que no vale la
pena, es sumisa y al final muy débil.
Mientras
que Clemencia la observamos al inicio como una mujer calculadora, elegante,
ambiciosa y firme, pero al final cae ante el deseo y prefiere amar a alguien
que no la valorará nunca, es así como ella cae por la misma causa que
aborrecía, la de amar a un hombre pretencioso y sin corazón, pero en Fernando
ocurre algo peculiar pues él se mantiene en la misma línea de desgracia y
desdicha durante toda la novela y lo que quedó fue que
Fernando respiró como si algún enorme peso acabase
de quitársele del corazón, después de lo cual apoyó los codos en la mesa y la
frente en las manos, dos gruesas lágrimas rodearon por sus mejillas, y murmuró
con voz ronca.
– ¡No creía yo que había de morir así![13]
Aunque
al personaje de Fernando Valle le sigue la sombra de la desgracia, él nunca
pensó terminar de esa forma, la fortuna lo lleva por caminos inciertos, sufre
altibajos y esperanzas, pero al final muerte por el sentimiento del amor, le es
fiel a este sentimiento y es presa de una injusticia y aún así el muere con la
frente en alto.
Iser
menciona que lo ideal de un texto es que no cumpla con las expectativas pues
así mantiene activa la trama y el final resulta ser contundente, lo que sucede
con Altamirano y su novela más conocida. Me parece que el proceso de lectura
que cada una realiza es elemental para descubrir la formación de nuestro conocimiento
dentro de un texto, las consecuencias que surgen de este proceso logran
manifestar concretamente nuestro punto crítico de lectores y con eso logramos
enriquecer aún más el texto.
Gracias
a los grados de indeterminación uno, como lector, puede esclarecer sus ideas
sobre un texto, ya que le permite hacerse preguntas que la obra puede
resolverte gracias a los comentarios del autor, gracias a esta estructura en
los textos los autores pueden mantenernos en tensión y permitirnos contribuir y
ser coparticipes de las tramas con nuestras propias orientaciones de la
realidad.
Sin
embargo, es importante tomar en cuenta que las configuraciones que están
compuestas dentro de la trama son relaciones que el autor establece con su
lector a través de la actualización en la lectura y que dichas
indeterminaciones no sería posibles sin la motivación de una opinión exterior y
ajena a la significación literaria del texto. La lectura debe permitir la
construcción de nuevas asociaciones posibles para mantener viva la intención
del autor.
Opino
firmemente que los grados de indeterminación dan como resultado un nuevo
estímulo en el lector que lo incitan a mostrarse como un sujeto activo dentro
de cada trama que se le va presentando, por consiguiente crean la unificación latente
necesaria para expresar la visión de una época en donde el momento histórico
influye bastante para que se produzcan reacciones similares, pero no iguales
ante la interpretación de un texto.
Bibliografía:
ACOSTA GÓMEZ, Luis A., El lector y la obra, Madrid, Editorial Gredos, 1989.
ALTAMIRANO, Ignacio Manuel, Clemencia, México, Editorial Porrúa,
2007
ISER, Wolfgang, “La estructura
apelativa de los textos” en Dietrich Rall (comp.), En busca del texto: teoría de la recepción literaria, México, UNAM,
2011, pp. 99-119.
[1]
Luis A. Acosta Gómez, El lector y la obra, p.18.
[2]
Wolfgang Iser, “La estructura
apelativa de los textos”,p.105.
[3]
Ignacio Manuel Altamirano, Clemencia, p. 3.
[6]
Acosta Gómez, op.cit., p. 167.
[7]
Altamirano, op.cit., p.69.
[11]
Iser, op.cit., p.113.
[12]
Wolfgang Iser en Luis A.
Acosta Gómez, El lector y la obra, p.
177.
[13]
Altamirano, op. cit., p. 114.
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